Benjamin es un niño extraordinario y especial, ahora tiene siete años y medio, tiene Sindrome de Down. Posee una familia que lo quiere más que a nada en el mundo. Es hijo único, esta en el colegio Pierrot de La Serena en primero básico.
lunes, 14 de julio de 2008
BENJAMIN EN COCHIGUAZ.
jueves, 10 de julio de 2008
Primera vez
Cristián Warnken
Jueves 10 de Julio de 2008
Primera vez
Mateo: eres el último en nuestra familia en haber llegado aquí. Y por eso te celebro. Un año y medio sobre la tierra. Y en ti celebro a todos los que todavía estamos. Ninguno de nosotros sabemos cuánto estaremos aquí. "Aquí", "ahora", ¡qué palabras tan gastadas, qué palabras tan nuevas! Nos hemos ido yendo de aquí, de a poco, como todas las familias de la tierra. ¿Nadie, nunca, podrá sacar la foto familiar donde quepan todos, los que se fueron y los que se irán? ¿Cómo celebrar, entonces?
Celebrar es mirarte cuando duermes y saber que eres primera vez. Lo dijo el poeta, mi maestro de la extrañeza. El que, mirando a su amada, le dijo "Eres primera vez", también se fue de "aquí". Yo, mirándote, soy primera vez. Todos somos primera vez. ¡Si supiéramos ser siempre primera vez, si supiéramos...!
Los que se fueron, ¿saben lo que es estar aquí? Tal vez ya no lo sepan, tal vez lo olvidaron. Nosotros tampoco sabemos lo que es no estar "aquí" y "ahora". Y olvidamos de donde veníamos. ¿Tendrán los que partieron nostalgia de nosotros, como nosotros de ellos? ¿Recordarán la lluvia? ¿Mirarán detrás de las ventanas al caer la tarde nuestras sombras moverse en la casa? ¿Nos buscarán, necesitarán un poco de nuestro calor? ¿O somos sólo nosotros los que penan, los que buscan como fantasmas a los que se han ido?
Aquí. Ahora. Ser esto que se consume y apaga, vela encendida como milagro en la noche.
¿Habrá otros "aquí" y "ahora"? Tal vez no. Quizás la eternidad sea la ausencia de un aquí y un ahora.
¿Y la nada? La nada sabe de nosotros más que nosotros de ella. Y, entonces, ¿nos aferraremos a este estar aquí, ahora, respirando? ¿O habrá que saber perder, y desprenderse de lo único cierto que tenemos: este presente rodeado de ausencia?
Mateo, "cototudo", "lorilota", "chicha fresca", el último en haber llegado aquí. Cierro los ojos y veo a tu hermano mayor Benjamín, esa "primera" vez junto al farol del cerro Santa Lucía, hace más de 20 años. ¿Recuerda él, ahora, esa primera vez?
No puedo ofrecerte sino esto que es fugaz, esto que será tu vida, película muda en cámara rápida. Somos los cómicos de un "gag" imposible. Pero hay alguien, un otro en nosotros que anhela eternidad: ese intruso en nuestro ser fugaz se resiste y trata de traspasar el aire que nos rodea, como si se pudiese descorrer el velo, develar el guión oculto.
Pero no se puede, y siempre que lo intentamos, tropezamos como "extras" de una comedia ridícula. Eres sólo aquí y ahora. Por ahora. Lo demás es silencio, ignorancia.
No hay más, aquí. Y ya es mucho, hijo. Respirar, ser, abrir una puerta. No podemos fugarnos, nadie conoce la salida. ¿Valía la pena venir aquí? Hijo vertiginoso: estamos en el aire, no hay tierra firme, flotamos sobre lo incierto. Siempre pediremos un día más, como los condenados, y se nos dirá que cada día que se nos dio fue de más, que antes de estar aquí ni siquiera éramos una posibilidad.
Hijo mío, el más pequeño de los que estamos aquí sobre la tierra: te miro y no quiero que salgas de mis brazos cansados de aferrar, pero tendré que soltarte, para que corras hacia el jardín, para que devores el mundo. Entonces me sentaré en un rincón a ver como corres. Y sabré que, para que estuvieras aquí y ahora, tenía que ser así: puro perderte. Amarte es perderte. Tu libertad flamea sobre mi pobre cabeza. Te perdí desde que te amé. Desde que lanzamos la azarosa semilla al futuro, sin saber que tú vendrías. Cuando lloraste la primera vez, yo reía. Ahora tú ríes, presente lanzado a todos los puntos cardinales de la tierra. Mateo: ¡no dejes de ser nunca -en cualquier edad- primera vez, para que yo siga siendo primera vez!
El viento silba en el patio, una mujer cruza la calle con toda su belleza y soledad a cuestas, humea un café en la mesa vacía, una paloma, y tú corriendo tras ella. ¡Primera vez!
Mateo: eres el último en nuestra familia en haber llegado aquí. Y por eso te celebro. Un año y medio sobre la tierra. Y en ti celebro a todos los que todavía estamos. Ninguno de nosotros sabemos cuánto estaremos aquí. "Aquí", "ahora", ¡qué palabras tan gastadas, qué palabras tan nuevas! Nos hemos ido yendo de aquí, de a poco, como todas las familias de la tierra. ¿Nadie, nunca, podrá sacar la foto familiar donde quepan todos, los que se fueron y los que se irán? ¿Cómo celebrar, entonces?
Celebrar es mirarte cuando duermes y saber que eres primera vez. Lo dijo el poeta, mi maestro de la extrañeza. El que, mirando a su amada, le dijo "Eres primera vez", también se fue de "aquí". Yo, mirándote, soy primera vez. Todos somos primera vez. ¡Si supiéramos ser siempre primera vez, si supiéramos...!
Los que se fueron, ¿saben lo que es estar aquí? Tal vez ya no lo sepan, tal vez lo olvidaron. Nosotros tampoco sabemos lo que es no estar "aquí" y "ahora". Y olvidamos de donde veníamos. ¿Tendrán los que partieron nostalgia de nosotros, como nosotros de ellos? ¿Recordarán la lluvia? ¿Mirarán detrás de las ventanas al caer la tarde nuestras sombras moverse en la casa? ¿Nos buscarán, necesitarán un poco de nuestro calor? ¿O somos sólo nosotros los que penan, los que buscan como fantasmas a los que se han ido?
Aquí. Ahora. Ser esto que se consume y apaga, vela encendida como milagro en la noche.
¿Habrá otros "aquí" y "ahora"? Tal vez no. Quizás la eternidad sea la ausencia de un aquí y un ahora.
¿Y la nada? La nada sabe de nosotros más que nosotros de ella. Y, entonces, ¿nos aferraremos a este estar aquí, ahora, respirando? ¿O habrá que saber perder, y desprenderse de lo único cierto que tenemos: este presente rodeado de ausencia?
Mateo, "cototudo", "lorilota", "chicha fresca", el último en haber llegado aquí. Cierro los ojos y veo a tu hermano mayor Benjamín, esa "primera" vez junto al farol del cerro Santa Lucía, hace más de 20 años. ¿Recuerda él, ahora, esa primera vez?
No puedo ofrecerte sino esto que es fugaz, esto que será tu vida, película muda en cámara rápida. Somos los cómicos de un "gag" imposible. Pero hay alguien, un otro en nosotros que anhela eternidad: ese intruso en nuestro ser fugaz se resiste y trata de traspasar el aire que nos rodea, como si se pudiese descorrer el velo, develar el guión oculto.
Pero no se puede, y siempre que lo intentamos, tropezamos como "extras" de una comedia ridícula. Eres sólo aquí y ahora. Por ahora. Lo demás es silencio, ignorancia.
No hay más, aquí. Y ya es mucho, hijo. Respirar, ser, abrir una puerta. No podemos fugarnos, nadie conoce la salida. ¿Valía la pena venir aquí? Hijo vertiginoso: estamos en el aire, no hay tierra firme, flotamos sobre lo incierto. Siempre pediremos un día más, como los condenados, y se nos dirá que cada día que se nos dio fue de más, que antes de estar aquí ni siquiera éramos una posibilidad.
Hijo mío, el más pequeño de los que estamos aquí sobre la tierra: te miro y no quiero que salgas de mis brazos cansados de aferrar, pero tendré que soltarte, para que corras hacia el jardín, para que devores el mundo. Entonces me sentaré en un rincón a ver como corres. Y sabré que, para que estuvieras aquí y ahora, tenía que ser así: puro perderte. Amarte es perderte. Tu libertad flamea sobre mi pobre cabeza. Te perdí desde que te amé. Desde que lanzamos la azarosa semilla al futuro, sin saber que tú vendrías. Cuando lloraste la primera vez, yo reía. Ahora tú ríes, presente lanzado a todos los puntos cardinales de la tierra. Mateo: ¡no dejes de ser nunca -en cualquier edad- primera vez, para que yo siga siendo primera vez!
El viento silba en el patio, una mujer cruza la calle con toda su belleza y soledad a cuestas, humea un café en la mesa vacía, una paloma, y tú corriendo tras ella. ¡Primera vez!
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